En 2002, un tal Paul Nixon, bajó hasta las catacumbas de la Motown, hurgó entre las latas de los descartes de Berry Gordy y volvió a la superficie con 8 cd’s tan repletos de maravillas nunca publicadas que daba vértigo. Aquella magna antología de lo incógnito (que podría haber sido magnificente, si la Universal no le corta las alas a Nixon) vino a mostrar -como algunas otras, aunque no tan generosas- que en los baúles de las disqueras puede haber maravillas que superen los sueños más húmedos de la afición.
Hoy traemos uno de esos casos. Patricia Ann Cole, de nombre artístico P.P. Arnold -una ex-ikette de segunda generación que dejó a Ike & Tina Turner en 1966 para lograr su ración de fama y fortuna en Gran Bretaña-, después de publicar (recomendada por Mick Jagger, por cierto) dos discos de cierto éxito, se embarcó a finales de los 60 con gente como Barry Gibb, primero, o Eric Clapton, dos años después, en un proyecto para Robert Stigwood que nunca vio la luz, ni entonces, ni en un intento posterior con el Gibb pequeño, Andy, en 1979.
Desde entonces, P.P. Arnold ha sido sobre todo corista (de Roger Waters desde finales de los 90) y no ha estado para desenterrar su pasado hasta el momento en que, de pronto, sí lo ha estado; y, con motivo de celebrar sus 50 años como cantante, publica disco -este disco- y anuncia memorias.
Puede que suene obvio decir que, si este disco se hubiese publicado cuando le tocaba, estaría probablemente entre los mejores 100 álbumes de los años 60 (que ya es estar), pero es que hay que decirlo, porque es verdad. Y es verdad porque tiene esa mezcla perfecta entre voz, composiciones, arreglos y producción que da como resultado inevitable la excelencia, aunque no necesariamente el éxito.
El disco contiene 13 canciones, de las cuales hay 7 escritas y producidas por Barry Gibb, y, entre el resto, hay composiciones originales de Eric Clapton, de Steve Winwood y y de la propia Arnold, junto a versiones de temas de Berry Gordy, Van Morrison y los mismísimos Rolling Stones (ni más ni menos que ‘You Can’t Always Get What You Want’). O sea, que entre tanto talento junto, es tan difícil decir qué es lo que más destaca como no asombrarse de que esta maravilla haya estado en una lata 50 años.