¿Qué tienen en común India Arie, Chris Cornell, Kenny Loggins, Christina Aguilera, Kamasi Washington, Joni Mitchell o Kendrik Lamar? La respuesta es su bajista, y su bajista, en estudio o en directo, frecuente u ocasionalmente, es o ha sido Miles Mosley.
Nacido en Los Ángeles, en el mismísimo barrio de Hollywood, hace 37 años y dilecto alumno de la Colburn School of Music, donde estudió jazz y clásica (y donde eligió el contrabajo ‘por ser el único instrumento que no tenía que llevarme a casa’), con poco más de 20 años ya estaba trabajando con músicos de primera fila (a los de arriba podemos añadir Jeff Beck, Lauryn Hill o Gnarls Barkley; el currículum es apabullante) y construyendo poco a poco su propio proyecto y concepto que mezcla de forma demoledora soul, rock, funk y jazz.
‘Uprising’, donde Mosley está secundado (es un decir) por The West Coast Get Down, se puede describir de forma bastante tópica como un choque de trenes entre Otis Redding, Jimi Hendrix, Prince y Lenny Kravitz y de forma genérica ha sido etiquetado como hard-soul; aunque de forma cautelar y prioritaria se recomienda escucharlo (tres o cuatro veces seguidas) y sacar cada uno sus propias conclusiones.
¿Qué es lo mejor del disco o por qué este disco es importante? Pues cuesta señalar temas concretos, por miedo a dejarse alguno (‘Young Lion’, ‘Abraham’, ‘Shadow of Doubt’, ‘Reap of Soul’, ‘L.A. Won’t Bring You Down’ te pueden dejar molido), pero es muy fácil indicar muy determinados momentos en que la suma de Mosley (bajo y voz), Tony Austin (batería), Brandon Coleman (piano y órgano Hammond) y la sección de viento con Kamasi Washington y Zane Musa (saxos), Dontae Winslow (trompeta) y Ryan Porter (trombón) ¡más orquesta sinfónica y coros! probablemente te quemaría las pestañas si lo estuvieses viendo (ahí abajo dejo un ejemplo), porque es seguro que te deja triturado de gusto cuando lo escuchas.