Joyann Parker es una cantante de Minneapolis, pianista de formación clásica y graduada en musicología, que llevaba más de una década intentando ser músico profesional. Había cantando en el coro de una iglesia y en orquestas de bodas cuando decidió presentarse a un concurso de talentos local interpretando ‘Chain of Fools’, el tema que inmortalizó Aretha Franklin, y en ese concurso y con esa canción descubrió (y descubrieron los que la escucharon) que su voz había estado años a la espera de ese encuentro.
Se ha comparado a Joyann con divas de la talla de Patsy Cline, Shemekia Copeland o Janis Joplin y, sin necesidad de hacer esas comparaciones (que las carga el diablo), nosotros podemos decir que a su tesitura, su calidez y su potencia le encajan como un guante el soul, el blues, el rhythm and blues, el country y prácticamente cualquier palo de la música americana.
Un aspecto interesante de su trayectoria, que ella no oculta en absoluto, es que hasta 2015, cuando se presentó al concurso, había vivido en un universo musical completamente ajeno a la influencia afroamericana y sostiene de forma entusiasta que, igual que ella tuvo su momento de revelación, su epifanía, muchos jóvenes, cuando entran en contacto con esos viejos géneros, se sienten motivados, sorprendidos y llenos de curiosidad.
Este ‘Hard to Love’ es el segundo disco que Parker edita (y autoproduce, por cierto), el anterior fue ‘On The Rocks’ en 2016 y ambos con prácticamente los mismos músicos y la colaboración del guitarrista Mark Lamoine, con quien firma todas las canciones de este álbum. Parker canta, toca la guitarra, el piano y la trompeta, se adapta perfectamente a cada uno de los tonos de las canciones, desde el country a los aires de Nueva Orleans, y especialmente deja su impronta y su poderío en los temas soul, que son la mayoría y son un regalo y una bendición para los oídos.
Parafraseando un juego de palabras en inglés que he leído antes de escribir esto, Joyann Parker tenía el alma llena de soul deseando salir.