Ellos dicen que lo que hacen es heavy-pop: son jóvenes rebeldes luciferinos de Manchester y han sacado su primer disco este verano, pero, como suele ser costumbre, llevaban (o llevaba su discográfica) mareando la perdiz un año. El resultado es una mezcla –que seguro funciona- entre Vampire Weekend y Arcade Fire, o sea, un neo-punk de flequillo (que no de cresta) con percusión marcial y una cierta propensión hacia los himnos en las melodías. Buena producción, con mucha reverb y mucho coro, enfocada a estadios y mega-festivales. Si no fuera porque agotan la fórmula de tanto repetirse, podrían ser el hype del año.