White Denim

Lo de la vuelta a los 70’s está pasando de castaño oscuro (y para bien). Si hace unos años el sonido setentero se podía considerar como una moda, hoy se puede decir que estamos, si no ante un género, sí claramente ante un refugio/recurso que muchas bandas utilizan para inventarse o, como el caso de White Denim, que llevan con este siete discos, para recauchutarse.

Dicen en Pitchfork que White Denim tienen ‘el capital cultural de una tabla de planchar’ (aunque aclaran hipócritamente que no lo dicen con maldad), lo cual puede que resulte un tanto arriesgado en una publicación que parece (todavía) asociar el concepto de cultura a lo raro, minoritario, pasmoso y efímero (véase sus 50 mejores discos de 2018), aunque siempre en difícil equilibrio con el mainstream y lo políticamente correcto. ¿Os suena lo de ‘revelación o timo’? pues lo mismo: molamos tanto que no tenemos criterio y no hemos decidido todavía si esto es genial u os estamos tomando por idiotas.

Bueno, pues a los de Austin parece que también les ha pasado lo que se deduce del párrafo anterior: después de casi una década haciendo la música que exigían los guardianes de lo ‘cool’ y viendo que no los iban a encumbrar en la montaña sagrada del indie, han decidido sacar los pies del tiesto y, probablemente sintiendo que el personal echa de menos a los Black Keys, pues han decidido hacer ellos un disco a lo Auerbach & Carney. Cosa que afortunadamente no han conseguido.

La diferencia estriba en el debe en la falta de inmediatez y de crudeza, pero en el haber de White Denim suma el enorme bagaje que a estas alturas acumula la banda y que, evidentemente, son incapaces de dejar fuera de los nueve cortes del disco. Trazas de Thin Lizzy, de Allman Brothers, de Marc Bolan y hasta de Zappa y The Beatles pueden hallarse en este más que estupendo ‘Performance’, aunque el verdadero y sabroso retrogusto que deja el disco es que, después de tanta tontería, la banda ha vuelto a divertirse.

por El Poleo