Después de dos discos de garage “a la texana” en tan sólo dos años y con la incorporación de un nuevo guitarrista, esta banda de Austin ha dado un notable viraje en su carrera y con ‘D’ entrega un disco más clásico, sosegado y tradicional, que, sin embargo, consigue desempolvar desde sus esencias el southern rock por la vía del virtuosismo, recreando la psicodelia y el encanto –llamémoslo natural– de totems como Buffalo Springfield o Lynyrd Skynyrd y sin dejar de sonar frescos, que esto último es uno de los méritos más grandes de este disco, pues los otros están sin duda en la excelentísima mezcla de estilos, ambientes y texturas que trufan cada una de las canciones, del rock al blues y al jazz con arreglos de viento y cuerda.