Seguro que habéis tenido épocas en las que poca música os sorprendía, incluso esa falta de sorpresa se torna en apatía. Difíciles épocas en las que no resultaría demasiado extraño encontraros escuchando canciones salteadas de Jet, ACDC, Wolfmother, King Gizzard and the Lizzard Wizard y Sia, jajaja… sí, creo que me entendéis, me refiero a que el criterio os abandona. Es duro, lo bueno es que todo pasa. Así andaba el que suscribe y fui rescatado por una de las bandas que más me ha enganchado y casi sin saber por qué…
También australianos, también sin un criterio firme, sin identificarse con un estilo (cosa que adoro), si tuviera que buscar una analogía… no sentía tal hostia en los oídos desde mis marcianos favoritos, The Mars Volta. Como un tsunami cayó en mi discografía un disco llamado ‘A Laughing Death in Meatspace’ (2018), de Tropical Fuck Storm. Reconozco que ese nombre me atrajo de la misma manera que una buena Fender americana.
De pronto tenía la cabeza envuelta en ritmos que no lograba descifrar, ambiguas guitarras, sintes rocambolescos, coros salidos de un manicomio y unas letras al mismo tiempo apocalípticas y tremendamente líricas. Vaya definición ¿verdad? Eso fue lo que sentí cuando escuché el disco entero. Al principio no lo entendía (como ocurre con los buenos discos que te quedas para siempre) y poco a poco fui enganchándome; tanto, que estuve semanas pinchándolo casi en exclusiva. Como te aprendas alguna letra no podrás escapar de ella y eso compañeros y compañeras es una bendición porque te inmuniza ante el “Resistiré”, la Rosalía y la pachanga de turno.
Esta maravillosa creación no vino al mundo por generación espontánea, todo tiene su historia. No sé si a alguno conocerá a The Drones (a mi me ganaron con el disco ‘I see seawed’), pero aquí hay dos miembros de esa genial banda. Por un lado Gareth Liddiard, quizá uno de los mejores letristas del rock contemporáneo y la sólida bajista Fiona Kitschin. Estos dos, allá en su Australia lejana comenzaron a estrujar sus atractivos cerebros en 2016. En 2017 estaban llamando a Erica Dunn y Lauren Hammel para largarse de gira por Norteamérica.
Si el disco es una genial maravilla, el directo es una auténtica tormenta que arrasa allá por donde pasa. Tres chicas en una banda, para que luego digan que el rock es territorio de hombres…
Este álbum tiene muchas joyas, empezando por ‘The future of History’, cuya letra es absolutamente genial, haciendo rimas con nombres y siglas de aparatos electrónicos, guiños a toda la guerra de la industria de las computadoras, a Kasparov o Deep Blue, Commodore, etc… sí, menudo collage.
‘You let my tyre’s down’ abre el álbum nos mete en faena, canciones como ‘Chameleon paint’ o la que da nombre al disco se meterán entre tus sienes cual melodía veraniega. Tampoco puedo dejar de nombrar a ‘Shellfish toxin’, donde ni siquiera les hizo falta cantar para demostrar que son una de las bandas más originales y creativas del momento, y, por qué no decirlo, de la historia.
¡Os dejo que voy a pinchar este disco a toda castaña!