Vaya, hombre, nosotros dispuestos a decir (y diciendo) que el anterior disco de The War on Drugs era mejor que este y va todo o el mundo (o casi) y celebra Lost in The Dream como disco del año.
Pues no nos van a mover: Adam Granduciel, amado líder de la banda, pudiendo, apoyado en el anterior, hacer un disco mirando hacia adelante, ha optado por el camino fácil, viejuno, mainstrem y casi A.O.R., lo cual no es pecado, pero no nos puede hacer perder eso que antes se llamaba la perspectiva y es que, como habitantes de la mitad de la segunda década del siglo XXI, quedamos como Cagancho en Almagro celebrando y aclamando un disco cuya mayor virtud es lo bien que maneja influencias y referencias que tienen ya tres décadas.