Puede que la sombra de Joy Division sea demasiado alargada para algunos de los que se acerquen a este tercer disco de los escoceses, nunca en su trayectoria tan ochenteros como ahora (ecos y más pueden oírse de The Cure, Depeche Mode, Nine Inch Nails, Cabaret Voltaire…), pero con los pies puestos en el siglo XXI en una fusión entre en shoegaze, los sonidos industriales, la oscuridad de Liars y la densidad y aparatosidad de Mogwai, de quienes precisamente han sido teloneros.
‘No One Can Ever Know’ no es un disco que se deje pillar a la primera, por eso es agradecido con el oyente en las siguientes escuchas y se abre generoso mostrando su áspera pulpa, su sombría y emocionada sustancia.