¿Se han hecho mayores The National? ¿Andan mainstreameando (con perdón)? ¿Se parecen a U2 a veces (uy, lo que he dicho)? ¿Han fijado en la emulación (quien dice ‘emulación’ dice ‘homenaje’) de los sonidos ochenteros su horizonte de éxito? ¿Te dan ganas de tirar de mechero para imitar a la Estatua de la Libertad a final de algunas canciones? ¿Piensas que por qué ahora, en el quinto disco, todo el mundo los ama de repente? ¿Te carga un poquito -cada vez más- la voz de Matt Berninger? ¿No sabes por qué narices sufren tanto si les va, al fin, tan bien?
Bueno, chaval, chavala, te has hecho las mismas preguntas que el que suscribe. Al que suscribe ya le gustó Alligator (sin celebraciones) y Boxer (bastante tirando a mucho), pero nunca le pareció que estos muchachos de Ohio reubicados en Brooklyn hubieran inventado el ketchup, como ahora parece. En fin.
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