Spoon

¿Puede una banda mantener una carrera durante 25 años a través de once álbumes de estudio y no cagarla nunca? Spoon puede y este ‘Lucifer on the Sofa’, tan clásico como sólido y luminoso, es la prueba ¿Y cómo se hace esto? ¿Cómo no han hecho un Strokes o un Arctic Monkeys o un Killers? Es decir ¿qué cosas tienes que hacer o no hacer, qué tiene que pasarte o no, para no dilapidar tu crédito como artista en unos pocos años? Pues la posible explicación a esta cosa asombrosa no es simple y a ver si consigo exponerla razonadamente.

1 Spoon no es una banda de éxito, entendiendo este como ‘absoluto’: los de Austin han sonado y girado de forma regular por medio mundo, pero nunca han alcanzado, ni siquiera momentáneamente, un éxito global. Todos sus discos están entre bien y muy bien (todos ¿eh?), pero ninguno ha dado el pelotazo. La consecuencia de esto (bendición incluida) es que no ha habido nunca nada que se les haya podido subir a la cabeza, no han disfrutado de fama y fortuna como jeques del Golfo, no es tampoco probable que Britt Daniel haya tenido la tentación de sentirse/creerse un Bowie, un Reed, un McCartney, un Byrne, no ha brotado en él por tanto la pulsión de reinventarse ni hacer que gustos y tendencias sigan su divina estela y, por consiguiente, las cosas han discurrido con moderación y normalidad.

2 Spoon no ha sido nunca un grupo de moda, no ha estado jamás en la pomada, ni siquiera en aquellos tan movidos primeros años 2000 en que se pudo hablar de nuevo de una escena rock en Nueva York muy conectada con otra escena similar británica. No hay demasiadas portadas dedicadas a ellos en las grandes revistas, no han metido masas en festivales, no han entrevistado de forma insistente a su líder en los late-night, no hay memes en Twitter con los Spoon ni son, en fin, una referencia en la cultura popular.

3 Spoon ha sabido siempre cuál es su público y nunca ha tenido la tentación de seducir a audiencias que no les corresponden. Si tienes claro que los que te dan de comer (a veces, muy bien) son -como en este caso- adultos blancos conservadores (en lo musical, en lo musical), pues lo que tienes que hacer para seguir haciendo lo que te gusta y viviendo de ello (en este caso, generalmente muy bien) es ser fiel a las expectativas de tus seguidores (bueno, hay una excepción, pero no salió mal). Además, en la actualidad concurre el hecho indiscutible (y letal a la postre) de que la inmensísima mayoría de los jóvenes occidentales ya no valoran el rock (ni la americana, ni el pop-rock, ni el soul…), ya no escuchan ni, por supuesto, tocan rock ni se acercarían jamás a un concierto de rock, salvo que esté muy adecuadamente envuelto (Coachella, Primavera…), así que para qué, a los 50 tacos -o a los 40- vas a ir por ahí con la guitarrita persiguiendo jovenzuelos.

Y 4 Spoon no está solo, no es una banda-isla, pertenece y nunca ha estado demasiado lejos de su escena natal de Austin, Texas, donde multitud de bandas (os emplazo a escuchar la playlist del próximo domingo) de la misma extracción social y el mismo universo cultural heredero del country, es decir, de la música blanca, hacen y vienen haciendo desde hace 40 años un tipo de música rock que ya podríamos llamar ‘tradicional’, no precisamente dispuesta a aventuras, conocedora de su más que probable ocaso, que se autoalimenta, se auto-alienta y que, más que escena, es hogar del que salir y al que volver y donde uno siempre come caliente y duerme bien.

por El Poleo