En este mundo de la actualidad musical, donde hay bandas que duran cinco minutos y hasta bandas que llegan ya muertas a su estreno en Spotify, llama la atención (y mucho) que una banda indie-folk de Texas, que lleva rodando por ahí desde 1999, venga ahora con un disco, este, que esté recibiendo parabienes y elogios a diestro y siniestro y se convierta en eso que ahora hay que escuchar o morir.
Puede que lo que pase es que Shearwater, en el camino hacia la madurez, han ido desinhibiendo su sonido, sus influencias, la paleta acústica y todo eso hasta que su producto ha cuadrado (al fin, dirán ellos) con el gusto dominante. O puede que -perros viejos sí que son- hayan estudiado detenidamente las preferencias cool de los últimos años (tienen donde hacerlo: han estado en Matador y están en Sub Pop) hasta encajarlas como buenos golpes y dar por fin con la tecla.
Jet Plane and Oxbow es, por tanto, un disco resultón, medido, maduro, moderado, pocas veces excitante, que combina de forma muy acertada los acordes folkies con una más que visible vocación de arena rock, todo ello servido sobre una guarnición de sintetizadores que aportan al conjunto un retrogusto místico.