Variando el refrán: lo poco agrada y lo mucho empalaga. M. Ward y Zooey Deschanel presentan una nueva entrega de de la joint venture en que se ambarcaron hace poco menos de dos años y lo hacen sin variar un átomo la fórmula que tan bien les funcionó entonces. El Volume One era un disco encantador, descarado en sus intenciones retro, casi naïf, ambrosía para indies; un disco que (si no estás mal de la cabeza) te ponía de buen humor en quince segundos, que buscaba tu sonrisa cómplice, que te hacía alabar la capacidad de Ward para recrear con soltura y respeto, sin pedantería ni ñoñerías, las estructuras más amables del pop de los 60’ y presentaba a Deschanel como una intérprete solvente que dejaba en evidencia y con sonrojo a quienes había acusado al proyecto de ser un caprichito de estrella de Hollywood.

Todo eso, qué duda cabe, está más que presente en este Volume Two, pero es que ya nos lo sabemos. Y no es que estuviésemos esperando que la pareja fuese a sacar los pies del tiesto con la segunda entrega, con lo bien que les fue con la primera, pero un mínimo cambio de dirección, de intenciones, de matices, de algo, hubiese sido desde luego provechoso, bienvenido y hasta trascendente. Repitiendo la fórmula, el círculo se cierra; sin sorpresa no hay noticia. Me gusta, otra vez, pero es que ya me comí este pastelazo y ya sé a qué sabe.

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por El Poleo