Unos comentarios atrás alabábamos el grandísimo disco de Kevin Bechdom porque en él, de manera inopinada en estos tristes tiempos, se conjugaban la la libertad creativa y el talento. Hoy, contra todo pronóstico, debemos decir lo mismo del último trabajo de Muse.The Resistance es un trabajo soberbio, un viaje sonoro lleno de libertad y de genio, que rezuma descaro e individualismo. ¿Cómo no van a sentirse extraños a Gran Bretaña -excusas políticas aparte- unos músicos que pasan de una manera tan insolente de modas, tendencias y dictados de la crítica, que pasan hasta de sí mismos y de lo que esperaban algunos de sus seguidores, que hacen de su disco una fiesta de furia y exceso, a los que les importa un pito arrancarse con teclados a lo Pet Shop Boys, meter luego unas guitarras que se te agarran a las tripas, un estribillo que te resuena en la cabeza por días o un homenaje a Queen que acaba con unas notas de Chopin?
The Resistance es un disco que no sólo permite, sino que exige varias escuchas y que provoca en el oyente -incluso en el avisado- sorpresa y entusiasmo, hasta el punto (y no sólo me pasa a mí) de que las buenas sensaciones se te quedan cortas y el cuerpo desea ya el directo.
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