¿No pudiste superar la enésima salida de pata de banco de Alex Turner? ¿No estás para aventuras sónicas poco reconfortantes? ¿A pan, pan, y al british, british? Pues lo tuyo es lo último (que es casi lo de siempre) de Miles Kane.
Los lanzamientos de Kane suelen coincidir con los de Turner y la crítica no evita nunca ponerlos en relación, ni tiene por qué evitarlo, porque se trata de un caso claro de ‘vidas paralelas’, o se trataba, porque si bien los dos lanzamientos anteriores de Miles Kane parecían ser complementarios de los de Arctic Mokeys, en este tercero no podemos hablar de complemento sino claramente de alternativa.
Compuesto en colaboración con Jamie T. (y, en ‘Loaded’, con Lana del Rey) como una terapia para superar una ruptura (solo hay que escucharlo aullar al pobre en ‘Wrong Side of Life’, un temazo), ‘Coup de Grace’ es un disco tan propio de Kane como una revisión de sus influencias con inevitables homenajes: ‘Cry On My Guitar’ suena al glam y a T. Rex (y a gloria bendita), ‘Cold Light of The Day’ es un pop rock acelerado y guitarrero deudor de The Fall o de The New York Dolls y ‘Coup de Grace’ nos recuerda por momentos a los Talking Heads de ‘Psycho Killer’.
Todo lo que es barroquismo, desmesura, distancia y ensimismamiento en ‘Tranquility Base Hotel & Casino’ es simplicidad, eficacia, inmediatez y acción directa en ‘Coup de Grace’. Miles Kane -lo diremos ya- ha hecho el disco que Alex Turner no es capaz de hacer o no se deja hacer, el disco que esperarían los fans de los monos árticos, un disco clásico, moderado, sin apenas sorpresas, pero un disco divertido, sincero, vibrante y sin ningún tema malo de los diez que contienen los primorosos 31 minutos que dura. A ver quién te da esto a estas alturas.