De los resultados de las reuniones más o menos forzadas de grupos muy famosos después de ‘hiatos’ prolongados (o sea, broncas infernales apaciguadas por abogados carísimos) se han hecho chistes toda la vida y lo cierto es que en el caso de ‘Let’s Rock’ (el que debería ser el último disco de los Black Keys, pero ya veremos o sufriremos lo que hayan firmado) los chistes y maldades vienen que ni pintados y son todos bastantes tristes. En este caso valen los de parejas que no se aguantan, pero que por los hijos o la hipoteca se dan una segunda oportunidad y el resultado es tan gris, mediano y casi funesto que hasta enturbia el recuerdo de los mejores momentos.

Basta una primera escucha del tirón para advertir sin demasiado esfuerzo las claves de este disco, es decir, lo que ha desaparecido y lo que lo ha reemplazado. Han desaparecido el low-fi (y su espíritu ‘garrapatero’) y cualquier resto de humor y han aparecido (o sirven como reemplazo) la melodía setentera y los convencionalismos. Dicho de otra manera: ‘Let’s Rock’ es un disco de riesgo cero, cumple con el expediente y no hay atisbo no ya amor al peligro sino tan siquiera de atrevimiento.

Tratar de averiguar por qué Auebach y Carney casi malbaratan una trayectoria prácticamente impecable es volver a los supuestos de parejas parcheadas por las circunstancias de la vida. Así que es mejor (o menos arriesgado) esperar acontecimientos: si encadenan a partir de ahora discos de compromiso y giras, sabremos que la reunión ha sido por la pasta; si lo dejan, sabremos que lo intentaron, pero no nuestro ya no funciona, cari; y, finalmente, si en unos años sacaran el disco que se merecen su carrera y la legión de sus seguidores, creeremos en los milagros y hasta en los abogados buenos y benéficos.

por El Poleo