A ver, pregunta sencilla: ¿qué han estado haciendo los Gizzard en este año de dique seco y confinamiento? Pues tocar y grabar, grabar y tocar (y sacar dos películas de sendos directos, un montón de grabaciones en vivo y petar su Bandcamp con golosinas y rarezas). Los de Melbourne parece que han asimilado y convertido en músculo el espíritu del Never Ending Tour dylaniano y lo han multiplicado por dos o por tres, porque ni el bicho ni un apocalipsis zombi parece que vayan a pararlos.
De hecho, no han parado ni en casa -cada uno en la suya, por cierto-, que es la forma en que han grabado este ‘L.W.’ y grabaron el precedente ‘K.G.’, que sacaron en noviembre, dando lugar ambos a una especie de disco doble por entregas que satisface plenamente a los seguidores y puede dejar atónitos a los que se inicien en la religión del Rey Molleja, porque su creatividad (siempre, por supuesto, dopada con la gasolina de la permanente huida hacia adelante) no tiene pinta de perder pulso ni capacidad de encandilar a los devotos.
Este ‘L.W.’ es sensiblemente mejor que ‘K.G.’, pero, teniendo en cuenta que ambos son probablemente producto de la misma serie de sesiones, cabría pensar que simplemente reservaron los mejores platos para el segundo banquete. Y aquí hay de todo y todo bueno: sin abandonar los experimentos microtonales y aires medio-orientales que son ya su firma, tenemos por supuesto psicodelia acelerada (‘See Me’), road trip rock de la ruta de la seda (East West Link’), una balada eléctrica que parece un himno vikingo (‘Pleura’) o la exhibición funky (‘If Not Now, Then When?’) con que arranca el disco. Es decir, menú degustación, notabilísima demostración de nervio y evidente invitación a disfrutar de la fiesta, que es lo que ellos llevan encima y que sea por muchos años.