No parece justo que tengamos que descubrir a estas alturas a Birth of Joy, una banda holandesa que lleva en activo (y haciendo bolos con avaricia) desde 2005 y precisamente ahora que parece que anuncian su final o eso que modernamente se llama ‘hiato indefinido’.
Pero es lo que hay y toca aguantarse con la ignorancia, aunque el contenido frenético de este ‘Hiper Focus’ casi compensa nuestro desconocimiento de casi dos décadas. En el disco, Kevin Stunnenberg (guitarra y voces), Bob Hogenelst (batería y coros) y Gertjan Gutman (órgano y bajo) parecen haber hallado la ‘fórmula secreta’ que a todo amante del rock psicodélico y/o progresivo (casi desmelenado) le hace levantar las orejas como a un animalillo ansioso de golosinas.
Es tan certera la mezcla que tiene por un lado bien asentados los pies en el sonido de bandas de los 60/70 como The Doors, Led Zeppelin o Deep Purple, pero por otro está en perfecta sintonía con propuestas tan del presente como las de King Lizzard, Ty Segall o los primeros Tame Impala.
Y, curiosamente, la duración de los temas (solo uno sobrepasa los cinco minutos) no cuadra con lo que cabría esperar en un disco como este y entonces se nos ocurre que cuando de verdad lo dan todo es reelaborando el contenido en largas, vigorosas y alucinadas jams en directo y entonces ya es que nos queremos tirar de los pelos.