No es frecuente en el actual panorama darse de bruces en la misma temporada con dos obras conceptuales, tan densas y milimétricamente diseñadas, que exigen del oyente algo más (bastante más) que un hueco como fondo o como banda sonora de nuestra actividad cotidiana. Los dos discos que hoy nos ocupan necesitan y reclaman que les dediquemos tiempo y exclusividad. Eso que hacíamos cuando la música no era transportable. No son discos para todos los oídos ni para todas las ocasiones ni para todos los estados de ánimo. De hecho son dos piezas magnas excluyentes, distantes, elitistas y con personalidad propia que imponen sus propias reglas y que, desde luego y absolutamente, premian oídos y mentes abiertas. Así que si estás como para dejarte llevar dócilmente por manos recias y sabias, ya le estás dando al play. Y ten paciencia, sobre todo contigo mismo.

por El Poleo