No creo que al tío Van le vaya a molestar que reseñemos su último disco con tres meses de retraso, pero, con seis publicaciones en tres años, es normal que alguien (imperdonablemente) se despiste y en este caso le ha tocado a un servidor. Lo bueno de todo esto es que, a toro pasado, he podido darle un par de buenas vueltas al los casi 70 minutos de este verdaderamente soberbio ‘Three Chords & The Truth’ (una referencia a Harland Howard cuando describía el country con esas épicas palabras) y estoy con los que dicen que este disco se encadena (aunque evidentemente no supera) las mejores obras de El León de Belfast.
Así como las anteriores entregas de este trienio prodigioso han sido obras antológicas (casi literalmente) y sobre todo autohomenajes, lo que parece que ha ocurrido es que Morrison, tras la incontinente gesta, se ha visto física y artísticamente bien, se ha sentido mejor (la verdad es que canta como siempre o como nunca, que ya no sé) y se ha dicho vamos a darle otra vuelta, chicos; ha compuesto y grabado catorce canciones nuevas, casi todas en la línea (propia) del ‘celtic soul’, les ha dado el habitual toque orgánico y carnal (sin exceso) y, entre esos cortes, además, hay media docena que son increíblemente buenas.
Es bien cierto que a estas alturas George Ivan Morrison no se va a reinventar (ni nadie lo quiere, empezando por él mismo) ni, por supuesto, va a superar (porque eso ya sería la leche) obras maestras suyas clásicas como ‘Astral Weeks’, ‘Moondance’ o ‘Into The Music’, pero no es menos cierto que este ‘Three Chords & The Truth’ está perfectamente a la altura de obras tardías como ‘The Healing Game’, ‘What’s Wrong With This Picture?’ o ‘Keep Me Singing’ y, en esa línea, este disco contiene perlas como ‘Fame Will Eat The Soul’, ‘Up On Broadway’ (gozoso autohomenaje) o el single ‘Dark Night Of The Soul’, así que toca disfrutar y que dure muchos años.