Probablemente, hasta que aparezca un gurú que le dé un empujoncito (como nos pasó en España hace un par de temporadas con Diego A. Manrique y el disco de Nathaniel Rateliff & The Night Sweats), nadie va a hacer ni puñetero caso a este disco formidable, divertido, carnal y pleno de un grupo tejano casi ignorado que tiene el divertido nombre de Shinyribs por un comentario que una transeúnte le hizo a Kevin Russell, el líder de la banda, después de que este le regalara un plato de costillas de evidente buen aspecto.
El mismo Russell le pone etiqueta a lo que hace (y empezó haciendo en solitario al margen de su otra banda, The Gourds) y dice que es country-soul y/o swamp-funk. E, independientemente del nombre que le demos a sus ingredientes, el caso es que este gumbo está muy rico, tiene todo los sabores de la costa norteamericana del Golfo, con dominante de Nueva Orleans y sin pizca de retrogusto viejuno. Es decir, que lo mismo puede poner a bailar (con ‘Ambulance’, ‘Trouble Trouble’ o ‘A Certain Girl’) a una chavala de 17 años que a su abuelo de 70.
Y no solo eso, tenemos soul de bueno (‘I Gave Up All I Had’, ‘I Knew It All Along’), un poquito de góspel (‘The Cross Is Boss’) y, por supuesto, una buena ración de costillas cajun y rhythm and blues (‘I Got Your Medicine’, ‘Tub Gut Stomp & Red-Eyed Soul’, ‘I Don’t Give A Shit’).
En suma, un menú completo, equilibrado y muy nutritivo, de esos que te reconcilian con los auténticos sabores de las cosas. Cocina de mercado del pantano, la calle y el garito.
Bola extra: ‘Stayin Alive’ by Shinyribs