Robert Finley

No sé si alguien está pensado en hacer una película de la historia de Robert Finley, pero debería, porque el cuento es muy bueno y tiene todos los ingredientes para triunfar como relato de contenido humano que mezcla superación personal con cumplimiento tardío de un sueño de juventud:

Un carpintero negro medio ciego, ex técnico militar de helicópteros en Alemania y que había alternado ambas profesiones con la práctica semiprofesional de la música en distintas formaciones a ambos lados del Atlántico, a los 62 años, debido a sus precarias condiciones físicas y financieras, recibe la ayuda de la Music Maker Relief Foundation, una ONG que ayuda a viejos bluesmen sin recursos, para que grabe un disco, el primero de su vida con su nombre en la portada:

Este ‘Age Don’t Mean A Thing’ (y tanto) llama la atención de Dan Auerbach (le vamos a tener que poner una calle al tío), quien invita a Robert a grabar el siguiente disco en sus estudios de Nashville. Ese disco es el que nos ocupa: el impresionante y majestuoso ‘Goin’ Platinum’ .

Con 31 minutos de duración y 10 canciones, todas escritas por Auerbach, ‘Goin’ Platinum’ es claramente uno de los mejores discos de música de raíces que se publicó en 2017, pero el traicionero calendario (salió en diciembre) lo alejó de las listas de lo mejor del año y de las nominaciones a los premios. Ellos se lo pierden.

En ‘Goin’ Platinum’ Auerbach juega (y estamos encantados) con las cartas marcadas: las diez composiciones que pone al servicio de la enorme voz de Finley mezclan muy adecuada y sabiamente tres ingredientes: el soul, el rhythm and blues y el pop sesentero, resultando de la mezcla diez bombas sónicas que relacionamos inmediatamente con los mejores temas cantados por Tom Jones (y los Black Keys, por supuesto, faltaría más), con el valor añadido en este caso de las voces negras del cantante y los soberbios coros que lo respaldan.

por El Poleo