Chrisette Michele (Long Island, Nueva York, 1982) es otra más en la larga lista de cantantes afroamericanas nacidas en el seno de una familia religiosa. Su padre era el diácono de la iglesia donde su madre era directora del coro gospel y, desde los cuatro años, la pequeña Chrisette se vio sumergida en el mundo de esa música hecha para lo divino, pero que tanto sentimiento humano arrastra. Recibió clases de piano, canto y claqué y a los 17 años tuvo su epifanía al escuchar Garota de Ipanema en la voz de Astrud Gilberto. Su ambición se cifró entonces en aprender la técnica vocal del jazz a través de los standards del género interpretados por las grandes, como Billie Holiday o Ella Fitzgerald, al tiempo que se graduaba en canto en el Five Townes College de Long Island. Actuando en pequeños clubs de Nueva York fue descubierta por India Arie y por los cazatalentos del sello Def Jam, quienes le permitieron hacer su debut discográfico en 2007 con I Am, un disco enteramente co-escrito por ella, que ganó dos Grammys, pero que no tuvo la repercusión pública que probablemente merecía. Adoptando ahora probablemente el Plan B en su ambición (o el “C”, porque dejó pasar la oportunidad de grabar Irreplaceable, que finalmente cantó Beyoncé), Chrisette Michelle presenta Epiphany un disco en el que tan sólo ha colaborado en la letra de algunos temas, dejando la composición en manos de Chuck Harmony, Ne-Yo o Rodney Jerkins.
Lo primero que se aprecia en la escucha de Epiphany es que la calidad de buena parte de las canciones sitúan a Chrisette Michelle no ya en otra liga del R’n’B distinta a la de la mentada Beyocé o de Rihanna, sino directamente en otro deporte; porque es evidente que esta chica sigue teniendo en mente a las grandes (Aretha Franklin, Mavis Staples, Gladys Knight, India Arie) y aspira a entrar en el club. Escuchad, si no, esto:
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El disco tiene un arranque excelente, con cinco magníficas canciones, todas de Chuck Harmony, seguido de un bajón (casi sin Harmony) y un nuevo ascenso con temas (vuelve Chuck) jugados con éxito en la liga del soul retro de Amy Winehouse o Duffy.
Aunque a la crítica (vaya) le gustaba más el primero, este segundo disco de Chrisette Michelle sí ha cumplido con las expectativas: se ha colocado excelentemente en el Billboard y probablemente proporcionará además a la artista los Grammy’s y la fama que tanto ansía. Esperemos que con próximas entregas no se nos tuerza. Billie Holiday vigila, pero la pasta es la pasta.
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