El fan de Vetusta no va a tener problema alguno con este disco: va a encontrar lo que busca, que es reconocer y reconocerse en temas, modos, arreglos e intensidad, pues los madrileños han apostado por la continuidad y, confiados en que lo que ahora conviene es seguir haciendo marca, apenas arriesgan, salvo, quizá, en la inclusión de letras menos herméticas de lo habitual que ‘se pringan’ en la crítica social y en una visión bastante tenebrista de la realidad.
Al oyente no-fan, en cambio, le hubiese gustado encontrar alguna notable evolución o, si acaso, la expectativa de un progreso que hiciera más jugoso el catálogo de la, hoy por hoy, (lo siento, si duele, pero es lo que hay) más importante banda pop-rock de España. Porque, ya puestos, lo que apetece es ver -y oír- que los madrileños crecen y crecen disco tras disco y que no se quedan en un buen comienzo, porque, a poco que se empeñen, aquí hay carrera y de las buenas.