Más conocido por su trabajo de producción para Foxigen, Kevin Morby, Damien Jurado o The Shins, además de su evidente influencia tanto en el sonido de estos artistas como en su misma forma de componer, Richard Swift murió el pasado julio a los 41 años por complicaciones hepáticas consecuencia de su alcoholismo.
‘The Hex’ podría considerarse de alguna manera como el paradigma del disco póstumo y lo sería por tres razones. La primera porque reúne canciones escritas durante los últimos años, pero reformuladas por Swift durante los meses previos a su muerte y dedicadas a sus cuidadores (su familia esencialmente y algunos amigos). La segunda porque quienes convierten esas canciones en disco, quienes hacen la selección, organizan el material para conceptuarlo y deciden ponerlo en el mercado son sus herederos, tanto los reales como los artísticos. Y, tercera, porque ‘The Hex’ (orillando emociones de duelo) puede que sea el mejor disco de la breve carrera de Swift y es seguro que además constituye un testamento sonoro ideal, pues contiene suficientes indicaciones, orientaciones y puertas a la exploración como para que los artistas que trabajaron con él o tras su estela puedan componer y producir nueva música con un exquisito sustrato.
Bueno ¿y qué tiene este disco? Pues ni más ni menos que la sublimación de una atractiva mezcla de folk, pop y rock alternativo con atmósferas heredadas sin complejos de la psicodelia sesentera y todo ello cosido con manos de ángel e hilo de oro. Una amarga maravilla.
No encontramos vídeos de ‘The Hex’. Este clip pertenece a The Atlantic Ocean, de 2009.