Dice el DRAE que “novelero” es aquel amigo de novedades, ficciones y cuentos o deseoso de novedades, o que las esparce. Y con el debut de La Bien Querida los noveleros gafapastiles han quedado decepcionados: les gustaba más la maqueta, era directa, sencilla, inocente, como un cachorrito desvalido que proteger, pobrecito, pobrecita niña de voz cristalina.
Pero la niña les ha salido rana, digo mujer: se ha puesto en manos de un excelente productor, se ha arropado con buenos profesionales y ha construido una estructura culta y compleja detrás de cada canción (con mejor o peor fortuna, eso sí).
El resultado es un disco ambicioso (eso es lo que duele, cachorrita ambiciosa) y claramente dual. Las canciones, por un lado, han sido respetadas en su melodía naïf original (que por otra parte recuerda enormemente a Los Planetas) y, por otro, han sido envueltas en unos arreglos “caros”: guitarras flamencas, vientos, teclados, orquestaciones y hasta palmas. El elemento que sirve de pegamento a estos dos opuestos es la voz de Ana Fernández Villaverde y su forma pura de cantar unas letras tan aparentemente directas y sinceras, feliz traslación de la cotidianeidad del “amor normal”.
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