A lo peor no es el mejor disco del año -y sería lástima- pero sí es, de momento, el mejor disco de Grizzly Bear; y lo es por muchas razones: por la madurez de composiciones e interpretación, por lo ‘orgánico y carnoso’ del sonido, por el puntillo sesentero, porque sorprende canción tras canción, por lo temperado de la propuesta (podrían haber tirado por los cerros de la psicodelia freaky, y no), porque es más accesible sin haber perdido ni un gramo de talento y elegancia, porque llevábamos esperándolo tres años y porque es inevitable darle a ‘replay’ después de la última canción.

por El Poleo