Meterle mano a los clásicos con este descaro, hacer canciones de hace 50 años (Saying I Love You) como si se acabara de descubrir el modo, saltar de los Beatles (Just A Song) a ¡Deep Purple! (Die) o a Wilco (Forgiveness) en minutos, sazonar con guitarras cursis y letras dignas de una carta al SuperPop y encima de todo poner actitud indie y pose de estrella y prisas por serlo (cuentan de más los discos que llevan) tiene necesariamente que cabrear al personal y lo entendemos, pero a este se-gun-do disco de Girls le pasa como al primero: que cuando entras te acaba ganando, que tienes que reconocer que hay talento más allá del amaneramiento y del copy-paste y que, finalmente, debes admitir –quizá a tu pesar- que el niñato de Chris Owens te la ha vuelto a meter.