Germán Salto

‘¡Qué escándalo! He descubierto que aquí hay melodía’ diría hoy un capitán Renault de la crítica musical, dócil defensor de lo que le digan que defienda, feroz navajero contra lo que le digan que ataque. Pues sí, mon capitaine, aquí hay melodía y coros y arreglos y voces angelicales y muchísimo buen gusto, el que solo tiene quien ha sabido darle de comer de lo mejor a sus oídos y durante mucho tiempo.

Germán Salto, un madrileño de 38 años, piloto de carga para una compañía alemana y con una larguísima trayectoria (Serpientes, Hairy Ladies, Timón, Willy Tornado…) ya llevaba dos entregas en solitario cuando ha publicado este disco enorme en el que por fin se ha decidido a poner todos los textos en castellano y cuya producción ha dejado en las prodigiosas manos de Íñigo Bregel (Los Estanques).

Empezar ‘Germán Salto’ y empezar a respirar disfrutando cada molécula de aire es un todo en uno que no siempre (seamos generosos) sucede con la música española y en español, las referencias hispanas (Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán, Solera, Vainica Doble) se te acumulan inmediatamente en la memoria, las anglosajonas clásicas (Bacharach, Beach Boys, Harry Nilsson) reclaman su porción del pastel y hasta las contemporáneas (Gruff Rhys, The Divine Comedy) piden ser tenidas en cuenta.

El disco es una gozada, una fiesta de los sentidos, una maravilla que va a estar desgraciadamente al alcance de unos pocos porque -desengañémonos- ni el público ni los medios están para otra cosa que la mala comida acústica rápida y un presentismo feroz siervo de tendencias infladas.

por El Poleo