El camino que ha recorrido Cass McCombs desde sus primeras grabaciones hasta este ‘Mangy Love’ es ciertamente atípico (e incluso desconcertante para muchos de sus seguidores más antiguos, que se han hecho ahora dimisionarios), pues sigue la escondida senda que va del folk al pop de cámara. Y, en este caso, un pop rico, denso, con referencias, deudor de sonidos mainstream de los setenta y los ochenta y casi siempre basado una construcción de las canciones entre magnética y narcótica, con espirales gloriosas que empiezan con un arpegio y acaban con coros y vientos (‘Opposite House’ casi te hace mirar a los lados buscando a alguien a quien sacar a bailar).

‘Mangy Love’ sería un disco perfecto si no fuera por algunas composiciones (casi) mediocres de su segunda parte, pero es un disco magnífico, maduro, sereno, atemporal, que consagra a su autor precisamente donde sus fans de siempre no se lo esperaban. Y es precisamente ese factor sorpresa lo que verdaderamente engrandece a McCombs como artista. Si no lo ven, ellos se lo pierden.

por El Poleo