Ben Kweller (1981) fue un niño prodigio del rock que tocaba la batería con 7 años, la guitarra en un grupo con 16, que se fue de gira con los Lemonheads con 19 y que, como un reloj, saca desde el 2000 un disco en solitario cada dos años (más o menos: este último viene con retraso porque ahora tiene disquera ‘en solitario’ también).
Kweller no pertenece a ninguna vanguardia musical, no ha desgarrado la tradición ni ha abjurado de lo que escuchaba en su casa de un pueblo de Texas cuando era niño (Beatles, Hollies, Beach Boys, Hendrix…), lo suyo es incidir en lo que otros han hecho tan bien antes de él y salir bastante airoso de la empresa.
Este Go Fly A Kite es una entrega más en esa línea -quizá esta vez con más elementos country– de facturar un puñado de canciones directas, inmediatas, limpias y no-culpables, que no exigen tu concentración –porque todo en ellas está inventado-, pero tampoco suenan sobadas: es la tradición del rock con la frescura de las manos jóvenes.