Everything now

Llevo desde ayer sujetándome para no arrancar esta reseña con un palo y prometo intentar contenerme, pero es que lo de ‘Everything now’ es, para quien esto suscribe, casi una ofensa personal; y lo es porque, en este página, que nació cuando la ‘segunda época’ de los canadienses ya había comenzado, hemos defendido con uñas y dientes la deriva bailonga de Arcade Fire en The Suburbs (2010) y Reflektor (2013) y ahora resulta que los que tantas ganas les tenían hace 7 años por haberse vuelto divertidos van a tener su fiesta. Será justicia poética, pero la de las elegías.

Decir que ‘Everything now’ es el peor disco de los de Montreal es casi no decir nada, porque, de cinco discos, alguno tiene que ser el peor (sobre el mejor habría discusión seguro) y decir que es un patinazo que se puede y se debe perdonar por la trayectoria y la dimensión de quien lo ha pegado a mí no me consuela, porque esto no es un patinazo, es algo bastante más grave.

‘Everything now’ es tan malo, flojo, facilón, torpe, cortito, repetitivo, previsible y está tan absolutamente carente de imaginación y talento que más que ofender, asombra (aunque asombran más algunas buenas críticas y sobre todo cuando se dedican a analizar -porque no hay donde morder, claro- el mensaje de las letras), como asombra que a estas alturas quieran ellos poner en valor que el último tema y el primero tengan una continuidad (el bucle infinito, dicen), como si fuera una cosa nueva y, mucho más allá, en el límite de la estupefacción nos deja que ese mismo primer tema ‘Everything now’ (que no está mal, por otra parte) venga con los coros del público puestos, para que todo el mundo sepa que con esa canción hay que petarlo en directo. De vergüenza.

¿Y qué podríamos salvar del desastre, aparte del mencionado segundo corte? Pues el tercero, ‘Signs of Life’, que no pasará a la historia del pop, pero el intento de parecerse a ¿Talking Heads? y acabar sonando como Madonna pues tiene su gracia; como puede pasar con el siguiente, ‘Creature Comfort’, que, sin escapar de las referencias ochenteras refritas, tiene un paso, aunque el uso de los sintes resulte bastante cargante (que no, que no sois Daft Punk). Y el penúltimo corte y ya: ‘We Don’t Deserve Life’ es probablemente la mejor canción de disco (como ‘Peter Pan’ puede ser la peor de toda su discografía) y lo es simplemente porque es una canción que viene de cara, sin imposturas, en busca del oyente, de su complicidad y de sus emociones. Una canción que lamentablemente no salva el disco, sino que confirma el naufragio.

por El Poleo