“Solía tocar con todo tipo de grupos, hasta que conocí a Alexis Korner. Él tocaba música que yo no había oído jamás y que se llamaba rhythm and blues. Así que, de repente, me convertí en un baterista de «rhythm and blues». Que es la razón por la que los Rolling Stones me pidieron que tocara con ellos. Así que me uní al grupo, aunque no sabía qué diablos era lo que tocábamos. El «jazz» ha sido siempre mi único amor.”
Si bien no resulta lo más habitual encontrar proyectos musicales diseñados y dirigidos desde la batería, tampoco se puede decir que sea algo del todo infrecuente en la historia del jazz. Si nos remontamos a los orígenes y las big bands, ya había bateristas con arrojo y talento como Gene Krupa que pronto sintieron la inquietud de desarrollar sus propios proyectos. O el polifacético Buddy Rich, que llegó a grabar discos tan estimulantes como “This One For Basie” en 1956 o “A Different Drummer” en 1971. Ambos dirigieron durante años multitud de orquestas, desde la época del swing hasta los años 70, e incluso colaboraron en llamativos duelos de bateristas como “Krupa & Rich” de 1956. Tampoco conviene olvidar a Chick Webb, injustamente olvidado por su prematura muerte, pero que en los 30 reinó sobre Duke y Basie y descubrió a Ella Fitzgerald.
Max Roach, Kenny Clarke o Roy Haynes también lideraron formaciones en la era del bop. Aunque quizá el caso más representativo sea el Art Blakey y sus Jazz Messegers, uno de las grandes personalidades del jazz que no solo pudo emprender numerosas aventuras gracias a su enorme talento, sino que consiguió crear una marca; de alguna manera no eres nadie en el jazz moderno si no has pasado por los Jazz Messengers, una verdadera escuela (además de escaparate) para generaciones de músicos.
En el jazz contemporáneo también existen casos muy reseñables para esta fórmula; desde la fantástica e hiperactiva Terri Lynn Carrington a Brian Blade y su Brian Blade Followship, pasando por casos tan especiales como los de Mark Guiliana y su jazz Quartet o Dave Weckl, uno de los grandes estandartes de la fusión en el jazz en las dos últimas décadas con su Dave Weckl Band. Otros ámbitos musicales como el rock o el blues también han generado casos de músicos que han tenido inquietud más allá de contribuir en una banda con la batería, como puede ser el caso de Buddy Miles Express, The Ginger Baker’s Air Force o el gran baterista de The Band, Mr. Levon Helm, que nunca se conformó con estar relegado en un segundo plano y pudo volcar su liderazgo en The Levon Helm Band o en Levon and the Hawks.
Y también existen casos, cómo no, de músicos de rock que han encontrado en el jazz su fuente de inspiración artística, como ocurre con el gran Steve Gadd, que nos deleita con regularidad a través de las numerosas y variadas propuestas de The Steve Gadd Band, o del hombre que nos ocupa, Mr. Charlie Watts, el gran gentleman del rock y uno de los bateristas que ha sentado cátedra y ha cimentado los cánones del género a lo largo de las seis décadas de andadura de The Rolling Stones.
Charlie Watts ha declarado en numerosas ocasiones haber estado influenciado desde muy joven por la música tradicional americana, por el blues y sobre todo por el jazz primitivo, empapándose de lo que ofrecían músicos como Art Tatum, Sidney Catlett, George Wettling, Fred Below, Roy Haynes, Earl Hines, Gerry Mulligan o el citado Gene Krupa, aunque su verdadera pasión era Charlie Parker, siempre Charlie Parker. Llegó a escribir en 1961 un libro con dibujos propios sobre bebop titulado “Ode to a High-Flying Bird” publicado cuatro años más tarde. Después descubrió a John Coltrane y Miles Davis, músicos fundamentales para decidir a lo que quería dedicarse de por vida, abandonando los estudios convencionales a los 16 años e ingresando en la Harrow School of Art (en la que también se aficionó a su otra gran pasión; los trajes de diseño).
Watts, declarado autodidacta, comenzó tocando la batería al estilo de cómo lo hacían sus ídolos en las big bands, con un uso preponderante del hit hat y el backbeat. Su aprendizaje se terminó de moldear en infinidad de formaciones de blues y rhythm & blues londinenses, estrenándose de la mano de su amigo de la infancia Dave Green en 1959 en Jo Jones All Stars, una banda jazzy de Middlesex, siendo la más destacada la siempre impresionante Blues Incorporated de Alexis Korner.
En alguna ocasión declaró que detestaba el rock & roll de Elvis y de Sun Records en aquellos años (lo cual se supone que debió ser una sentencia bastante habitual en ciertos ambientes artísticos de Londres). Tras rechazar la propuesta en alguna ocasión, al final sucumbió al encanto de Jagger, Richards y Brian Jones y se unió a los Stones a principios de 1963, los cuales evidentemente le inocularon el veneno del rock & roll, aunque quizá no del todo, porque años más tarde declaró que “el jazz es mi pasión, es la música que quiero hacer; los Stones son una molesta forma de pasar el tiempo”.
“Tenía 12 años y puse un disco de Earl Bostic llamado Flamingo. Pensé que era fantástico y sencillamente me enamoré del saxo. Un año después, me compré un disco de Gerry Mulligan llamado Walking Shoes y Chico Hamilton hizo que me enamorara de la batería. Y luego me enamoré del mundo del jazz cuando fui lo suficientemente mayor como para ir a ver tocar a la gente. Escuché a Mulligan y a los demás.”
Tras dos décadas de intensa y absorbente actividad satánica y rockera, a final de los 70 volvió a crecer en Watts la necesidad de dar rienda suelta a su pasión, por lo que promovió junto a Ian Stewart ROCKET 88, un combo de boogie woogie, swing y rhythm & blues por el que pasaron Alexis Korner, Jack Bruce o Dick Morrisey entre muchos otros y que editó en 1981 un LP homónimo grabado para Atlantic. Charlie también junto a Bill Wyman fundó Willie & The Poor Boys en 1984, formación que pretendía divertirse con standars del rhythm & blues, el boogie y el barrelhouse junto a otros músicos del calibre de Geraint Watkins, Mickey Gee, Chris Rea o Andy Fairweather-Low, grabando un disco homónimo en 1985 con una actuación que también se estrenó en vídeo.
Todos estos acercamientos de Charlie a la música negra y de raíces auguraban la vuelta definitiva del músico a sus orígenes. Tras varios intentos con diversas formaciones que lo llevaron a cumplir su sueño de actuar en el legendario club de jazz del Soho londinense Ronnie’s Scott Jazz Club, en 1985 fundó su primera big band con 32 músicos, con la que promovió numerosos conciertos, siendo el más famoso el acaecido en el Ayuntamiento de Fulham en 1986 y que dio lugar a su debut discográfico con el LP “The Charlie Watts Orchestra: Live Fullham Town Hall”, grabado para CBS, con el que nos transporta al Nueva York de los años cuarenta y homenajea, como no, a Charlie Parker, pero también a Lester Young, Ben Webster o Coleman Hawkins.
Fue en 1991 cuando Charlie fundó su primera formación de jazz longeva, el Charlie Watts Quintet, con la que publico varios LPs; “From One Charlie” (1991), “A Tribute to Charlie Parker with Strings” (1992), “Warm and Tender” (1993) o “Long Ago and Far away” (1996). El Charlie Watts Quintet estaba compuesto por el legendario pianista británico Brian Lemon, su inseparable Dave Green al contrabajo, el trompetista Gerard Presencer y el saxofonista Peter King, un músico que llegó a tocar en la orquesta de Nelson Riddle o en la banda de George Coleman. Son discos plagados de bop, del sabor clásico de los quintetos tradicionales que en los 50 y 60 grabaron para Blue Note, Prestige o Verve, que tanto amó Watts en su juventud.
«Puedo hacer lo que quiera en los Stones, pero obviamente hay cosas que no debo hacer. Si Mick está cantando, tú no puedes de repente tocar algo vistoso. Hay una manera de tocar cuando estás de apoyo detrás». «Lo que mi esposa y yo admiramos no tiene que ver con los Rolling Stones. Incluso en los 60 y los 70, yo no estaba en ese mundo. Estaba en la banda, pero era un trabajo para mí»
Si de la unión nace la fuerza, algo muy poderoso tuvo de surgir de su unión con otro titán de la batería, el fantástico Jim Keltner. Y así fue. Al igual que hicieran sus maestros Gene Krupa y Buddy Rich, Watts y Keltner formaron Charlie Watts/Jim Keltner Project, un proyecto que abarcó un amplio espectro de estilos musicales con un sorprendente acercamiento de los dos músicos a la vanguardia; elementos de acid jazz, house, música étnica o latin jazz se abrían paso entre ritmos bop más convencionales en una muy excitante curiosidad editada en un disco homónimo en 2000, publicado por el sello vanguardista Cyber Octave Music. Cada pieza llevaba en el título el nombre de alguno de sus bateristas favoritos; Max Roach, Art Blakey, Kenny Clarke O Billy Higgins, con melodías que aparentemente apenas hacen recordar a los homenajeados salvo por la fuerza que transmiten y el protagonismo de las percusiones. Destaca la formidable “Elvin Suite”, dedicada al gigante Elvin Jones, claro. Participan en el proyecto músicos como Emmanuel Sourdei (piano), Remy Vignolo (bajo), Marek Czerwiawski (violín) y el mismísimo Keith Richards, además de programadores, DJs y maestros de la música electrónica.
Para el siguiente proyecto discográfico de Charlie hay que esperar hasta 2004 con una nueva formación, Charlie Watts And The Tentet. Arropado por diez músicos publica “Watts At Scott’s”, doble cd para Sanctuary. Watts se reencuentra con los miembros de su quinteto (Brian Lemon, Dave Green, Gerard Presencer y Peter King) y amplía la banda con otros cinco músicos, incluyendo vibráfono, trombón, percusiones o saxo barítono, enriqueciendo el sonido hasta hacerlo sonar como una auténtica big band. No escatiman recurrir al cancionero tradicional con “Take The ‘A’ Train” o “Body And Soul”, e incorporan composiciones previas del repertorio de Charlie, incluidas varias de su disco con Jim Keltner, como los 16 mágicos minutos de “Elvin’s Song” o “Airto”, dedicada al percusionista brasileño Airto Moreira.
Como baterista al frente de una formación de jazz, Charlie ejerce su oficio de la forma que se le supone, con enorme pasión pero con discreción y generosidad, sin imponer su protagonismo y dejando espacio para lucimiento y desarrollo de todos los músicos, tal y como hacían sus grandes maestros.
Algunos años hay que esperar para encontrar el mayor éxito comercial personal de Charlie Watts, en este caso con The ABC&D of Boogie Woogie, un trío en el que Watts se acompaña de sus inseparables Ben Waters y Dave Green al que se añade en ocasiones el pianista alemán Axel Zwingenberger para formar un cuarteto. El boogie y el barrelhouse son los protagonistas de una formación que gira incansablemente entre 2010 y 2012 visitando España en 2011 y que tiene su embrión en el disco “The Magic of Boogie Woogie” publicado en 2010 por Zwinggenberger, Dave Green y Charlie Watts para Vagabond Records y que pasó bastante desapercibido. Contenía composiciones del pianista alemán y algún tradicional de Meade “Lux” Lewis o Albert Amons. The ABC&D of Boogie Woogie publica en 2012 el excepcional “Live in París”, fruto de una semana de conciertos en algunos de los más afamados club parisinos, como Le Duc De Lombards. Lo edita la multinacional Eagle Records con muy buena acogida por parte de la crítica y el público, con una endiablada mezcla de estándares, improvisaciones y música original para un infernal y pegajoso boogie.
El pianista Ben Waters promueve en 2011 un merecido tributo a Ian Stewart, “Boogie 4 Stu” (2011), contando con Dave Green y Charlie como compinches para rendir merecido tributo a Stu, el sensacional pianista fallecido en 1985, con la presencia de Ronnie Wood, Keith Richards, Bill Wyman y hasta PJ Harvey en una versión de “Lonely Avenue”.
En 2017 vio la luz ‘Charlie Watts Meets The Danish Radio Big Band‘, publicado por el mítico sello Impulse! en 2017. Charlie se encontró con la Danish Radio Big Band en 2009 gracias al trompetista inglés Gerard Presencer, miembro del Charlie Watts Quintet. La banda improvisó cuatro días de ensayos que desembocaron en una actuación en el entonces recién inaugurado Danish Radio Concert Hall en Copenhague. Lo más afortunado del disco son los temas del repertorio de Watts (los del disco con Jim Keltner), volviendo a aparecer otra vez el demoníaco y turbador “Elvin Suite” en dos partes. Lo que menos, las revisiones de clásicos de los Stones, como unas “You Can’t Always Get What You Want” o “Satisfaction” no especialmente brillantes.
Sin hacer ruido, Charlie ha seguido todos estos años con sus formaciones de jazz, tocando de forma discreta y esporádica en clubs. Quién sabe si se dejará seducir por algún que otro nuevo y excitante proyecto o volverá a dejar toda su energía en la enésima gira de los Stones, nunca se sabe. Bueno, tratándose de los Stones, ya sabemos que será así.
¿Qué piensan de usted los otros músicos de jazz?
–Probablemente se rían de mí. Pero no es más que un nombre, «músico de jazz». Se puede tocar jazz y rock. Pero al acabarse el día, no eres más que un músico.
DISCOGRAFÍA
1986: Live at Fulham Town Hall (Charlie Watts Orchestra)
1991: From One Charlie (Charlie Watts Quintet)
1992: Tribute to Charlie Parker with Strings (Charlie Watts Quintet)
1993: Warm & Tender (Charlie Watts Quintet)
1996: Long Ago & Far Away (Charlie Watts Quintet introducing Bernard Fowler)
2000: Charlie Watts/Jim Keltner Project (Charlie Watts & Jim Keltner)
2004: Watts at Scott’s (Charlie Watts And The Tentet)
2010: – The Magic of Boogie Woogie (Axel Zwinggenberger, Dave Green y Charlie Watts)
2012: – Live in Paris (The ABC&D of Boogie Woogie)
2017: Charlie Watts meets the Danish Radio Big Band (Live At Danish Radio Concert Hall, Copenhagen / 2010)
Extractos de entrevista en Ecos del Vinilo