El tercer (y esta vez sí que relevante) disco de Stephen Bruner / Thundercat puede que esté (o no) entre los mejores discos del año, pero lo que parece seguro es que va a estar entre los más comentados y aun disputados. ¿Y por qué? Pues porque son 23 temas en 51 minutos (el más largo llega por poco a los 4′ y lo más corto es una ráfaga de menos de 30”) y es que en ‘Drunk’ no estamos hablando precisamente de canción ligera o folclore indonesio. Porque esto es, por un lado, un disco conceptual sobre el mismísimo sentido de la existencia y/o la superación de la pérdida y, por otro, un intento de inmersión con todo el equipo en las posibilidades expresivas del jazz-funk (con la vista puesta en muchos momentos en cierto disco de Stevie Wonder) traído al presente por un artista y un virtuoso del bajo acompañante habitual de gente como Flying Lotus (que produce el disco) o Kendrick Lammar.

¿Y qué es lo que pasa cuando tienes tan altas aspiraciones y resuelves el asunto en menos de dos minutos? Pues pasa eso que se llama gatillazo. Pasa por un lado que tienes todo el rato la impresión de estar ante un montón (bien grande, bien bueno) de demos y por otro que no puedes escapar a la sensación (progresivamente frustrante y amarga conforme avanza el disco) de que lo que hay es infinitamente menor (y peor) de lo que hubiera sido si Bruner y Ellison (F. Lotus) hubieran elegido resolver en lugar de intentar.

Con todo esto, el disco es un soberbio artefacto sonoro digno de una atenta y respetuosa escucha, no ya por la nómina de colaboradores (Wiz Khalifa, Pharrell Williams, Kamasi Washington, Louis Cole, Kenny Loggins o Michael McDonald, además de los citados arriba), sino por la misma esencia del intento, que acumula elegancia, sensualidad, psicodelia, groove y genio en dosis en las que, si obviamos su precariedad y su impredecible y continua mudanza, nos arrastran en un viaje alucinado verdaderamente fascinante.

por El Poleo