Laura Mvula es un prodigio y lo es por muchísimas razones. Las más evidentes están en su disco ‘Sing To The Moon’ que sacó no hace ni dos meses, una pieza de filigrana musical no apta para todos los paladares. Las más escondidas se encuentran después del disfrute de sus canciones, cuándo te preguntas aquello de quién es esta chica. Bueno, pues era, hasta hace unos meses, una titulada en música por el conservatorio de Bristol que se ganaba la vida como secretaria, pero que había dejado reposar primorosamente en su interior el polvo de un camino muy largo, que empieza en África hace siglos, viaja al Caribe, llega a la Louisiana, se mezcla con las tonadas gaélicas, con la música clásica, acaba por gustarle a los blancos, salta el océano otra vez y le acaba cogiendo el gusto a los saltos y a las mezclas, para a veces dejarse atrapar en su pura esencia mestiza y darse, como ahora, el gusto de encontrarse con Laura: alfa y omega.
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