Por J.G. Entonado
Estas palabras vinieron a la cabeza del Sr. Arín Dodó mientras reposaba su cuerpo, aunque no su mente, en una noche de vigilia …la última primavera.
Fueron el origen de las recientes grabaciones arindododianas, que se pueden descargar ya en arintonadodo.
Insiste en la idea de que, para él, la armonía no importa, la melodía tampoco; sólo importa el timbre y el ritmo.
Los matices en la voz tienen un registro considerablemente amplio: puede parecer el Diablo de Tasmania en La Esquina u otro monstruo cualquiera en La Zarza, o una marioneta en Hilo. Estos son algunos ejemplos de las adaptaciones que ha hecho el Sr. Dodó de poemas del libro ‘Viernes de barro’ de Begoña Montes Zofío.
En Conexión directa con el Averno I ni siquiera emite un mensaje, sólo hay fonemas hechos con la garganta que acompaña a los instrumentos y en Poema destruido en una fase de psicopatía transitoria la voz hace sonidos incongruentes simulando un discurso absurdo de un dirigente centroeuropeo acompañado de una marcha militar.
También aparecen bases rítmicas domésticas que acompañan a un contrabajo que recuerda a un barco de vapor –La herencia del boxeador sonado I- y relatos sobre sueños imperfectos de noches casi en blanco: Ostracismo airado en un sueño incierto.
Todo esto no hubiera sido posible sin la intervención inestimable de Quique Crespo y su toque de tabla india (también en arindodopuro).
En suma, hay una reafirmación de los sonidos y conceptos arindododianos en ‘La procesión del perrito faldero hacia las profundidades del averno’, aquellos sonidos y conceptos que se quieren mover por zonas poco transitadas e intentan agitar a las mentes inquietas mediante un“procesamiento de ideas autónomas y autosuficientes liberadas de condicionantes económicos y sociales”