[Proclama dodoísta de honesta autodestrucción]

Hace más o menos 25 años que empecé a grabar el disco de Poliedro Kobold  y terminé de grabarlo, por supuesto. En él quise plasmar la idea que tenía yo del rock en ese momento, lenguaje que a finales del siglo XX estaba dando ya signos de agotamiento desde mi punto de vista. Ya lo había dicho el punk 20 años antes: que “el rock había muerto” (aunque esos chavalitos reprodujeran con total descaro los riffs de Eddie Cochran; eso sí, más salvajemente). La verdad es que yo con Poliedro Kobold tampoco me salí de los esquemas rockeros, e hice un disco más o menos convencional de garage rock, aunque me dijeron en su momento que era un disco “raro” y dadaísta (me gustaron esas críticas, aunque yo no tenía muy claro que era el Dadá). Ahí quedó eso…

Años más tarde el cuerpo me empezó a dar señales de que debía abandonar el lenguaje rockero, porque me estaba oprimiendo, y por eso comencé a zambullirme en la música experimental y en la improvisación libre.

Hace no mucho, en 2019, decidí revisitar el rock desde la perspectiva de haber estado practicando la improvisación libre durante mucho tiempo. Grabé un disco llamado Uhurù que deconstruía en gran parte ese lenguaje del rock, que para esa época ya era anacrónico a mi entender. Yo pensaba que el rock ya debería estar enterrado, era una música del siglo pasado, y ‘Uhurù’ era mi manera de expresar este punto de vista.

Y han pasado tres años más y ahí sigue estando el rock sin querer morirse, o sin darse cuenta de que ya se ha muerto hace mucho. Es como un zombie, un muerto viviente. Así que he decidido “matar al rock” de una vez (al menos para mí) y enterrarlo de una vez por todas.

He cogido mi disco de Poliedro Kobold y me lo he cargado y lo he destrozado…

¡Ja ja ja ja ja jaja! ¡Ya era hora, hostia!

Lo mismo que hizo Pussy Galore con ‘Exile on Main St’ de los Rolling, lo mismo que el Captain Beefheart… pero mucho más caótico.

“No es música, es caos”, dijeron los Pistols (aunque ya digo que ellos seguían usando riffs clásicos de rock).

A continuación está la muestra de que el rock para mí ya está muerto y enterrado. Es música de museos, conservatorios, de supermercados y ascensores. Yo prefiero hacer sonidos, o lo que sea… pero del siglo XXI; que por supuesto, algún día morirán, como todo.

Ahí va Umsindo Omgcolile 2 (“sonido guarro” o “sonido asqueroso”, como dicen en zulú)

Lo a gusto que me he quedado destrozando con mi hacha la “poética koboldiana de lo inservible” y el rock que había dentro de ella…

Atentamente

J.G. Entonado & Arín Dodó

por El Poleo