Richie Finestra es, probablemente, el hijo de puta más grande que, hasta el momento, ha dado la ficción televisiva en toda su historia. Y lo es no porque sea mezquino, retorcido, ególatra, megalómano, traidor, irresponsable, adúltero, cocainómano o alcohólico, sino porque es el prota, y el prota nos obliga a ir a todas partes con él (se llama focalización) e incluso a estar de su parte hasta que el estómago te pide un álmax o el final del décimo capítulo te regala una tregua hasta la próxima temporada.
No recuerdo otro protagonista malote tan implacablemente feroz con el espectador. A su lado, los Corleone son gente normal, Tony Soprano es un carmelita descalzo y los Underwood, los Shelby y los Lannister quedan como tiernos aprendices. Finestra es tan malo que es malo a través de la pantalla, porque te hace daño personalmente cuando te obligas (hay que reconocer que con cierto gustillo) a contemplar sus actos y a adivinar el pozo negro, profundo, siniestro, que ocupa el lugar de su alma.
Richie Finestra es una creación de Terence Winter (Los Soprano, Boardwalk Empire, El lobo de Wall Street), está interpretado magistralmente por Bobby Cannavale (Gyp Rosetti en Boardwalk Empire) y es el presidente de una compañía discográfica en bancarrota con sede en Nueva York en la primera mitad de la década de 1970. Richie Finestra es la columna vertebral de Vinyl, la nueva serie producida por Martin Scorsese y Mick Jagger.