Esta playlist tiene que ver mucho con dos series magníficas, ahora mismo en emisión, un lugar, el condado de Yorkshire, en el norte de Inglaterra, y un personaje, Peter William Sutcliffe, ‘el destripador de Yorkshire’, quien, durante los mismos años en que actuó en Londres Dennis Nilsen, “the Kindly Killer”, a quien me refería hace unos días en FB por otra serie, se llevó la vida, en la ciudad de Leeds y sus alrededores, de trece mujeres, puso en evidencia la inoperancia de la policía y aterrorizó a la mitad de un país.
La primera serie es ‘The Ripper’ (‘El destripador de Yorkshire’, en Netflix), una serie documental en cinco magníficos episodios, con tan excelente guion y efectiva dosificación de los datos que prácticamente hace inviable una serie de ficción realista sobre los mismos hechos (digo yo), y la segunda es ‘Red Riding’ (en Prime Vídeo), una excelente trilogía de largometrajes basada en los libros de David Peace, no basada directamente en los crímenes de Sutcliffe, sino en otros ficticios, aun más abyectos, pero sí en el ambiente de terror y de desconfianza hacia la policía en que vivió Yorkshire durante esos años. (Nota: hay que ver las dos primeras partes pacientemente y esperar a que las lagunas se vayan rellenando en la tercera entrega.)
Y la cosa es que viendo ambas series (además, alternadamente) me acordé de la cantidad de buenos artistas y excelente música (y muy conocida) que durante esos mismos años, y antes y después, estuvo saliendo del viejo condado inglés, música la mayor parte de las veces muy optimista y que, sin embargo, resultó ser, además de contemporánea de los crímenes, la banda sonora de la tremenda crisis económica que sobrevino con el desmantelamiento de la industria del metal y textil que había hecho de Yorkshire, sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial, un lugar próspero y feliz, música que, por razones que podemos comprender, no suena en ningún momento en ninguna de ambas series, porque, evidentemente, en unos cuantos compases, desmontaría el ambiente turbio, sórdido y feroz que es necesario crear para contar esas historias abominables.