Hemos pedido al usuario de FB Griffin Jazz publicar en el Poleo su reseña de este magnífico documental estrenado hace unos meses y que muy inmerecidamente parece que está pasando desapercibido.
Querría, con permiso, dedicar unas líneas a reseñar ‘Granada Blues’, la película documental estrenada hace algunos meses (fue rodada entre 2014 y 2016) y dirigida por Alejandro Molina y Antonio Mellado (guión de Alejandro Molina) y de la que copio abajo el enlace. Y es que pienso que es una película muy lograda y francamente interesante, muy bien planificada y visualmente elegante, con una imagen de una ciudad urbana y nocturna muy adecuada para acompañar el relato de la historia del blues en esta ciudad en los últimos 40 años. Los locales (la importancia del Liberia y el Alexis), los neones, las ubicaciones seleccionadas, los rincones granaínos característicos. Todo encaja perfectamente y la historia capta por completo la atención del espectador, tantos de los que conocemos un poco la historia como la de cualquier aficionado a la música de raíces.
Ejemplar es por ejemplo la presentación del que ha sido gran maestro del blues en esta ciudad, Joaquín Sánchez, a través de testimonios de terceros que van desgranado su trayectoria y su influencia en las generaciones posteriores, hasta que de pronto se presenta un fundido en negro y con el acompañamiento de diversas y oníricas imágenes (el sol entre una flor, una panal de abejas) empiezan a sonar Joaquín y a su slide hasta que por fin lo vemos acompañado de Tony Molina (22’30”). Extraordinario.
Me parece muy sorprendente la escasa repercusión de la película, incluida la propia ciudad donde el blues ha sido un género muy representativo y que ha alcanzado cierta notoriedad a nivel nacional (no hay más que ver el discreto número de visitas en el enlace de Youtube donde lleva meses colgada). Claro, aquí sólo tienen repercusión (y provoca réditos políticos y sociales) el indie, el flamenco y derivados y, si acaso, el jazz (que tampoco). Es lo moderno y lo que participa de subvenciones y eventos públicos y lo que genera movimientos como ‘Granada Ciudad del Rock’ (que sirve para repartir prebendas entre bandas que de rock no tienen nada). El blues o el rock siguen estando en el underground, para bien o para mal, pero por desgracia lo tienen muy crudo los que quieren vivir de su arte, como muy bien señala Fernando Beíztegui en la película.
Otro elemento que me ha encantado es la conexión entre generaciones que se alimenta desde el documental, el respeto hacia los clásicos; Blues de Garrafa, Los Lagartos (qué buenos ratos con los hermanos Gilabert y Alfredo Flores) y sus dos discazos o Blues Band de Granada liderada por el mítico Pecos Beck, que son el origen de todo. O el reconocimiento a las nuevas generaciones que están llevando a cabo una magnífica labor de revitalización y modernización del género, recogiendo las corrientes de vanguardia y experimentales, con gente como Sergio Novo o todo lo que se desarrolla alrededor del núcleo Antonio Travé – Tony Molina.
Pero, cómo no, lo mejor de todo es la música y hábilmente se incluye mucha y de calidad, como un escalofriante ‘Tengo el diablo en el cuerpo’ de Tommy Johnson interpretado por Pedro de Dios (55′), el descacharrante ‘Cortocircuito en la selva’ de Pelomono en el Boogaclub (1h 08′ 30″) o el ‘That’s Alright’ de Chicken Congress al final. Y por supuesto todas y cada una de las apariciones de Fernando Beíztegui, uno de los grandes intérpretes de blues tradicional de este país, también Felix Slim, Paco Duane, las explicaciones de Pepe Visedo o la impactante irrupción en el film de Adan Farrah.
Muy recomendable, pues, para granaínos desde luego, pero también para cualquier aficionado al buen cine y a la buena música
https://www.youtube.com/watch?v=bIaRJLjXImw&feature=youtu.be