Yola

De nuevo en manos de Auerbach, más soul y menos country y con un notable incremento en el peso confesional de las letras de las canciones, lo último de la británica Yola reincide en las virtudes de su primer álbum, no tiene una canción mala (claro, que esto tiene truco) y logra la plena satisfacción del oyente que venga sabido, porque claramente este no es un disco de vanguardia.

Ni falta que le hace, por supuesto, la oferta de Yola y Auerbach es un ejercicio no tanto de nostalgia como de respetuosísima visita al canon musical americano de los 60 y los 70 y ahí el desempeño de la artista, del productor, de los coautores de los temas y del fantástico elenco de músicos no puede haber estado más inspirado y el resultado, por tanto, es excelente.

Lo del truco que decía antes tiene que ver con que, con todos estos mimbres y con la evidente determinación de no sacar los pies del tiesto y no meter en una canción nada que no hubiera estado en cualquier disco de Otis Redding o las Staple Singers por un lado o de The Band o The Allman Brothers por el lado blanco, es muy difícil cometer errores y por eso cada una de las doce canciones es una gema, un tanto tramposa, pero gema al cabo.

Y, bueno, por destacar de entre lo bueno lo mejor, cabe detenerse especialmente en la vibrante ‘Diamond Studed Shoes’, compuesta por Yola, Auerbach, Nathalie Hembry y nuestro querido Aaron Lee Tasjan, el tema que da título al álbum y que lo cierra, compuesto por los mismos, quitando a Tasjan y metiendo a Hannah Vasanth o la muy sentida ‘Be My Friend’, escrita por Yola, Auerbach y Ruby Amanfu, la segunda parte de aquel dúo Sam & Ruby que brillaron tan intensa como brevemente hace doce años.

por El Poleo