The Sheepdogs

Cuando los canadienses The Sheepdogs comenzaron su carrera hace más de 11 años no fueron atendidos sino como una banda de eso que se llama ‘falso-tributo’ al southern rock estadounidense y aquel primer disco quedó diluido en la oleada hipster-folk que inundaba nuestras costas. Hoy, en 2018 y cinco discos después, estos cinco hijos de Saskatoon, Saskatchewan, el equivalente norteño al Medio Oeste estadounidense, muy probablemente se han colocado entre las 100 mejores bandas de rock de todo el mundo y de todos los tiempos y pueden sin rubor alguno mirar a los ojos a todos aquellos músicos legendarios de los que algún insensato dijo que eran émulos.

‘Changing Colours’ suena a lo de siempre si lo de siempre es sonar a gloria y estos perros lanudos siguen pareciéndose a los de siempre, si eso significa poder encontrar en sus canciones divinos ecos de los Credence, de Allman Brothers, de Lynyrd Skynyrd, de The Band y también, más hacia el presente, de Wilco, de los Black Crowes o los Jayhawks, pero es que, en una progresión realmente envidiable o una ampliación de horizontes o lo que quiera que sea, este disco también carga con otras referencias setenteras que lo hacen ya casi enciclopédico: Marvin Gaye, Dusty SprinfieldCarlos Santana, ¡la E.L.O.!, Steve Miller Band, Traffic (a Steve Winwood este disco le tiene que encantar) y hasta los mismísimos Beatles (‘Let It Roll’, precisamente).

En suma, este disco, que alguien poco generoso podía calificar de ‘golosina nostágica’, es un pedazo de monumento sonoro concebido y construido con grandeza y ambición sobre un material preexistente al que no se intenta emular sino en el que quiere integrarse como un eslabón más de una cadena, como un escalón en una escalera, como un paso más en una andadura. Colosal, formidable, imponente.

por El Poleo