El chico de oro del mes se llama Phil Cook. Compone, canta, toca la guitarra, el banjo y el piano, es miembro de la banda de folk Megafaun, toca en estudio y giras para Hiss Golden Messenger, ha colaborado con Justin Vernon, con Mavis Staples, es o ha sido director musical de los Blind Boys of Alabama, trabaja en la Universidad de Duke, Carolina del Norte, y yo qué sé qué mas…
Pues en su faceta como artista independiente (ahora con la colaboración de su hermano Brad en la producción) ha sacado ya dos discos: ‘Soutland Mission‘ en 2015 y este que nos ocupa, hace unos meses. Y en este ‘People Are My Drug’ Phil Cook no inventa el vino tinto, pero consigue ponerte tan de buen humor (en la segunda canción o antes), que puede ser embarazoso ir escuchándolo con auriculares por la calle.
Las nueve canciones que integran el álbum conforman un conjunto amable, alegre, intenso y jugoso y las nueve comparten el mismo armazón que mezcla con acierto folk, delta blues y unos arranques de fastuoso góspel que podrían hacerte caminar sobre las aguas. Esa felicidad que contienen los temas es claramente contagiosa y, como avisamos antes, no ajena a peligros, pero en un panorama musical donde (para qué vamos a decir lo contrario) predomina la melancolía (nos vaya como nos vaya, que esa es otra), encontrar un disco así es como hallar un regalo del cielo, sea lo que sea que signifique esto.