Quizá con su segundo disco en menos de 20 meses se le haga justicia a la mujer que verdaderamente merece hoy ese título tan manoseado de ‘gran dama del country’. Y Margo Price lo merece más que ninguna porque ella, como ninguna, ha sido capaz de hacerse, con 34 años, dueña y señora de su destino musical, de arrancar con dos discos tan buenos, tan distintos y, por tanto, tan complementarios, de meter en ellos buena parte de los estilos de dentro de la Americana y aun de fuera, y de ser capaz de cubrirlos y lubricarlos con tanto tino que todo suena coherente, recio, templado y hasta oportuno. Tanto es así que cuando oyes el dúo con Willie Nelson tienes la sensación de que ha sido el viejo out-law quien ha movido los hilos para tener su momento de gloria junto a Margo.
‘All American Made’ puede entenderse también como una -bastante tensa- conversación de una mujer y una artista con su país: Price habla de la diferencia de salarios entre hombres y mujeres, da caña a los políticos, ofrece una visión no precisamente idílica del interior de los Estados Unidos y ajusta cuentas con los hombres en general, con los vaqueros en particular y se reivindica como pecadora ocasional, aunque, cuidado, porque explícitamente pide don’t give me that feminism crap.