La mano de Dan Auerbach es larga pero delicada. Si cualquier otro productor/rockstar agarra un talento (indiscutible) como el de Marcus King -23 años- seguramente hace con él plastilina, y del muchacho no queda ni la foto de la graduación, lo convierte en consecuencia en su alter-ego por las buenas o en su pelele por las malas. No obstante, le ha endosado ‘The Well’ o ‘Say You Will’, que parecen descartes de The Black Keys
Pero no es el caso. Como bien demostró hace muy poco con el magnificiente disco de Yola, con el que este tiene mucho que ver en concepto, diseño de producción, composición y arreglos, Auerbach parece más bien un paracaidista del bando bueno que se deja caer sobre un artista prometedor para directamente subirlo de categoría. Yola era poco más que una corista antes de firmar uno de los mejores discos de americana del 2019 y King era/es un virtuoso de la guitarra justo en la cola para convertirse voluntariamente en presa vitalicia del circuito de honky-tonks del sur de los Estados Unidos.
Puede (pero ni idea, oye) que las condiciones del contrato con Auerbach sean leoninas, pero los resultados son diamantinos. ‘El Dorado’ es un disco, más que brillante, resplandeciente, con unas composiciones (a medias entre Marcus y el paracaidista) dulces, sólidas e inspiradas, deudoras de una lista de genios donde caben Ray Charles, Harlod Melvin, Carol King, James Taylor y prácticamente cualquier artista norteamericano de los 60 y 70 con la mirífica capacidad de ponernos la carne de gallina con un par de acordes. De dulce.