No voy de farol ni exagero si digo que ‘This Is A Photograph’ es uno de los mejores discos que puedes escuchar ahora mismo, de este año y de cualquiera, que es además un disco que a mí me parece muy importante y por ello trascendente, que esto no lo leerás en los medios (¡juás!) y que les vayan dando.

A la trayectoria de Kevin Morby (34 años, de Lubbock, TX) le hemos hecho bastante caso en El Poleo porque nos ha parecido de lo mejor que ha dado la Americana en los últimos diez años. Morby ha sabido mantenerse dentro de los sonidos más esenciales de la música popular blanca norteamericana sin dejar por ello de actualizarla y adaptarla a sus gustos. La Americana es una esponja que lo mismo absorbe cualquier cosa que va goteando su fragancia y eso parece que lo ha entendido y aprovechado Morby desde sus primeras grabaciones.

‘This Is A Photograph’ tiene dos elementos en su gestación que es muy importante no obviar. El primero, que un disco emocional, conceptual y muy motivado, pues la chispa de estas grabaciones saltó en un desagradable suceso familiar que puso al padre de Kevin a las puertas de la muerte, lo cual hizo que su retoño, avistadas las orejas al lobo, se apresurara a plantearse unas cuantas cosas de suma importancia existencial, como puede comprobarse en las letras y el tono solemne (ahí entra el góspel) de toda la grabación. El segundo es que es un disco de reconocimiento y homenaje a figuras fundamentales del pasado (de Elvis a Buckley pasando por Dylan y sonando mucho como Randy Newman), por eso se ha metido Morby a grabarlo en los megamíticos estudios de Sam Phillips en Memphis y hasta se alojó (para absorber el ambiente, claro) en el Hotel Peabody.

Lo de la importancia y la trascendencia de la grabación no es en este caso y curiosamente algo que añadamos una vez escuchada, sino que ya está incorporado en su concepción, en su diseño y en su confección. ‘This Is A Photograph’ es un disco que crece (literalmente canción a canción en el caso de los músicos que intervienen) y evoluciona delante de nuestras narices, pues partiendo de la base esencial del country-folk, Morby va añadiendo capas y capas (soul, pop, rock, góspel, funk) que unas veces añaden ‘sabores’ y otras directamente se apoderan de un corte. Y todo ello ocurre sin saltos, sin drama, sin que casi nos demos cuenta y sin que todo este aparato, toda esta maravilla, deje en ningún momento de ser un disco de Kevin Morby.

Y el asunto de la trascendencia tiene otra lectura. Puede que el rock y el pop-rock no estén muertos, pero ya parecen moscas agonizantes por el insecticida, dando vueltas vertiginosas sobre sí mismas. Sin embargo, los géneros tradicionales de donde surgieron, ahora ‘bajo el paraguas de la Americana’, o están sorprendente y gozosamente vivos y espabilados o lo disimulan muy bien. Kevin Morby tienen 34 años, goza de una salud artística envidiable y todavía tiene que entregarnos otras muchas maravillas; pero Morby no está en absoluto solo.

por El Poleo