La sombra de Tom Waits se extiende densa sobre el segundo disco de Early James, producido por el midas de la producción Dan Auerbach, a lo que se ve bastante más centrado en sus protegidos que en proteger su carrera con los Black Keys. Y esa sombra (que, por cierto no alcanza la totalidad de las canciones, pero es de lo que toca hablar), si la aceptas, la sombra digo, porque el disco no está nada mal, no solo no resta al producto sino que suma, porque las influencias de Thomas Alan Waits están muy bien digeridas, en absoluto traicionadas y cuando se roza la clonación (‘Straightjacket for Two’) esta tampoco resulta ‘insultante’, por decirlo de alguna manera.

Vivimos escuchando productos que emulan, copian, igualan, imitan o incluso plagian y fusilan otros productos musicales de hace décadas, esos que son considerados canónicos; y no nos enfadamos cuando ocurre, porque, digamos, eso lo hace todo el mundo y además muchas veces consideramos positivamente que un artista de ahora reciba como lluvia de mayo las influencias del pasado. Ahora bien, esas influencias parece que tienen que venir de donde nosotros queramos y no de donde quiera el artista influido en cuestión, y no digamos ya lo que pasa si el influyente es un icono, un mito inimitable, una figura refulgente, una torre de marfil.

Bueno, pues digamos que James y Auerbach se han pasado todo esto por el arc de triomphe cuando se han puesto con este ‘Strange Time To Be Alive’ y, para ser honestos, la jugada les ha salido bien. El disco es, como toca, grasiento, pantanoso y afilado, pero además se sobrepone y juega con lo que puedes esperar cuando la cosa te suena a Waits y tu cuerpo te pide perdonarle la vida. Early James te desconcierta para bien con suficientes novedades en ese gumbo sónico en que chapotea y aúlla como para que acabes levantando la ceja y afilando la orejilla. Casi se podría decir que el disco es un largo troleo al oyente entendido.

por El Poleo