Sharon Jones

No se puede estar en misa y repicando, al plato y a las tajás, dormir y guardar la era; así que casi siempre llega el fin de año (que nos pongamos como nos pongamos es la meta, el punto y final, el borrado y la cuenta nueva del asunto este de la crítica musical) y te encuentras con un montón de discos que estaban ahí para comentar y, de pronto, muy injustamente y para su desgracia, ya son viejunos.

Pero como tampoco somos en esta casa unos talibanes del calendario (y, todo sea dicho, en lo poquito que llevamos de 2018 tampoco es que hayan sonado trompetas en el cielo), pues vamos a hacer una mini-lista de unos cuantos discos que deberían haber aparecido en esta página y que por las razones antedichas no lo han hecho.

El primero, por méritos propios, por méritos de los otros cuatro hermanos que lo han acompañado este año y por el pedazo de banda que está detrás de la gesta de sacar cinco discos en doce meses es ‘Gunboot Soup’, de King Gizzard & The Lizzard Wizard, un disco también de finiquito, como lo ha definido MacKezie más o menos, pero que no hay que dejar de lado, aunque obviamente en la quíntupla a la que pertenece hay obras mayores, como ‘Flying Microtonal Banana’.

El segundo -y que no tiene nada, pero nada, que ver con el anterior- es ‘Take Me Apart’, de Kelela, un disco que confirma a la norteamericana como una estupenda realidad de la música negra contemporánea después de un par de EP’s que prometían pero no acababan de dar en la diana. De lo mejor del año en lo suyo.

El tercero, ‘The Navigator’, es también una confirmación, pero de mucho más peso: Alynda Segarra, líder de Hurray For The Riff Raff es una de las personalidades musicales más sugerentes del momento y alguien que -no es frecuente- te cae bien con solo escucharla, atender a lo que compone y canta y descubrir su apabullante bagaje y el impresionante panorama que se dibuja en su futuro, a poco que administre con sabiduría su patrimonio artístico, cosa que, de momento está haciendo.

https://www.youtube.com/watch?v=wiZ47oxOoaE

El cuarto debería haber sido considerado uno de los álbumes más importantes de 2017 y creo que eso no lo he oído ni leído en parte alguna. Y es una lástima, porque el segundo disco de ese mocoso llamado Archy Marshall –King Krule: ‘The OOZ’– es una obra hipnótica, personalísima, adictiva y también egocéntrica y autoindulgente; o sea, irresistible, bien sea por la insistencia en seguir mezclando, como -parece que- solo él sabe hacer, jazz, pop, hip-hop, rockabilly y hasta shoegaze y post-punk con oscuridad, molólogo interior y chulería, mucha chulería.

El quinto sería un asunto menor, pues se trata de un disco de versiones, si no fuera porque reúne por fin a dos hermanas que han triunfado por separado, pero nunca habían grabado juntas, Shelby Lynne y Allison Moorer, quienes en un regalo para los oídos que se titula ‘No Dark Yet’, como la canción de Dylan, que también incluyen, dan un repaso (diríamos que casi solemne pero sin despeinarse) a la música americana, del bluegrass a The Killers.

El sexto disco no es un disco póstumo en el sentido estricto, porque es un disco de despedida explícita en la que la nunca suficientemente alabada Sharon Jones, fallecida hace más de un año, intenta y consigue ¡otra vez! darnos lo mejor de sí misma en ‘Soul of a Woman’ mientras tiene los santos huevos de hablar de su inminente final y hasta de decir adiós (‘Call On God’) con orquesta y coros. En el reclinatorio habría que escuchar discos así.

Y cerramos con una obviedad necesaria: ‘Masseduction’ de St. Vincent es el mejor disco de pop del año y quizá de la década; y lo es, al menos, por tres razones: (una) tiene unas composiciones extraordinarias con un dominio de la melodía que coloca ahora mismo a Anne Erin Clark en la cumbre de los autores pop del universo; (dos) tiene un control absoluto de los recursos musicales y de producción que en todo momento empujan las canciones y a la cantante, no al contrario, como lamentablemente oímos tan a menudo pop electrónico contemporáneo; y (tres) en ‘Massedcution’ estamos ante la llegada a la cumbre de una artista, cosa que es siempre conveniente disfrutar en el momento para decir que estuvimos aquí y estuvimos informados; no dentro de diez años cuando se siga hablado (esperemos) de este disco portentoso.

por El Poleo